Chile quedará unido por tierra desde Arica a Puerto Yungay

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El pasado 4 de octubre el ministro de Obras Públicas anunció la decisión del Gobierno de Chile de construir un camino interior, pero bordeando la costa, para unir Palena y la Región de Aysén al resto del país.
La noticia fue recibida con júbilo en todo Aysén y Palena, cuya población ha recurrido a caminos, abastecimiento y hasta servicios hospitalarios argentinos, por la falta de una ruta a Chile central. Comparto esa alegría, porque el aislamiento lo vivo día a día, enfrentando la dureza del desabastecimiento o emergencias médicas con impotencia muchas veces.

El tramo, de unos 100 kilómetros, quedó inconcluso cuando por razones técnicas y económicas se interrumpió la construcción de la carretera Austral, a mediados de los años 80.

El trazado cruza dos grandes propiedades privadas: el Parque Pumalín y el Fundo San Ignacio de Huinay. El primero, un santuario de la naturaleza de propiedad de la Fundación del mismo nombre, fue creación del estadounidense Douglas Tompkins. Admiro el parque de Tompkins, sin embargo la alternativa de un camino con transbordos, como el planteado por el conservacionista norteamericano no es lo que necesita Palena y Aysén según mi experiencia viviendo en Villa O’Higgins, un pueblo que al contrario de lo que muchos hablan sigue siendo una isla.
Villa O’Higgins sigue aislado.
El día del anuncio me encontraba en Coyhaique y el diario El Mercurio tituló en portada «Chile quedará unido por tierra desde Arica a Villa O’Higgins». Me permití hacer la corrección en este post ya que el título del diario santiaguino no es correcto. Para llegar a Villa O’Higgins desde el norte hay que cruzar el fiordo Mitchell en barcaza entre Puerto Yungay y la desembocadura del río Bravo. 20 kms o 45 minutos de navegación, pero con solo dos o tres servicios diarios. Desde que la Carretera Austral «llegó» a Villa O’Higgins en 1999, en varias oportunidades la barcaza ha fallado con nula capacidad de respuesta de las autoridades y técnicos del Ministerio de Obras Públicas. Así ha pasado un mes y días sin poder salir de la Villa con desabastecimiento y problemas de todo tipo que hemos soportado amargamente.
Quizás esa misma experiencia fue decisiva para la elección de un camino sin transbordos.
Las líneas de Transelec. El oculto acompañante del camino.
Pero no todo fue alegría. Decepcionante fue escuchar al ministro Eduardo Bitrán anunciar que la expropiación de la franja para construir el camino también servirá para que pase el tendido eléctrico de alta tensión de los megaproyectos de Aysén y que ha sido interpretado como una carta blanca del Gobierno a las empresas Endesa y Colbún para la construcción de sus represas patagónicas, proyectos que nadie conoce y lo más grave tampoco ingresado al Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental. Pero no era todo, líderes ambientalistas revelaron que el ministro Eduardo Bitrán, antes de asumir en su cargo de gobierno, fue director y asesor estratégico de Transelec, firma canadiense que trasmitiría la electricidad de las megacentrales de Aysén a lo largo de más de dos mil kilómetros al norte del país. Y no es solo el ministro Bitrán… también ahora el ex ministro de Obras Públicas de Ricardo Lagos, Jaime Estévez, es director de Endesa… y que el ex director de Presupuestos, Mario Marcel ocupa el cargo de Bitrán en Transelec… ¿Acaso no son muchas las coincidencias para sospechar de conflictos de intereses entre estas personas de gobierno y las empresas involucradas?
Con esto, el Gobierno ha apurado la conectividad de la Carretera Austral, para antes del año 2011, lo que coincide con el proyecto Aisén de Endesa. Es legítimo preguntarnos por qué justamente ahora… ¿Cuántas vidas de colonos se perdieron por la falta de decisión de construir ese camino? y ahora, por los intereses de empresas privadas en altos funcionarios de gobierno se decide la construcción. Amarga revelación.
Un camino bien hecho.
Volviendo al camino, desde el anuncio del Gobierno, leí y escuche varias opiniones sobre el trazado de la carretera en el parque Pumalín, la mayoría de ellas cargadas de un mal entendido patriotismo y un sesgado odio hacia el Sr. Tompkins que lo único que ha hecho es proteger de la mano destructora de la modernidad un territorio de extraordinario valor ecológico.
La mayoría de las declaraciones, por ignorancia u oportunismo, distorciona y esconde lo esencial del debate: La necesidad de participación de la población que reside en Palena y Aysén, y la aplicación seria y responsable de los mecanismos de Evaluación de Impacto Ambiental que posee el país. Ambas dimensiones el Ministerio de Obras Públicas no las ha hecho públicas si éstas existen, cuestión que en mi opinión es impresentable.
Pero al parecer la decisión del trazado ya está tomada. Como ya he dicho, el camino, por la costa o interior, es una necesidad esperada desde muchos años y tengo confianza que la obra sea bien hecha, con el respeto que el medio natural necesita y con las condiciones de diseño que entreguen seguridad a los usuarios.
No son desconocidos los precarios métodos constructivos que ha tenido el Cuerpo Militar del Trabajo, que asumirá la construcción del camino. Las huellas de ese estilo constructivo se encuentran en toda la carretera y en nuestra propia Villa O’Higgins, sin embargo, creo que con el tiempo han perfeccionado bastante sus métodos y que el Estado proveerá de maquinaria apropiada para la obra, y a la vez, será riguroso en la fiscalización del trabajo.
En este contexto, me pareció muy interesante la entrevista que publicó la tarde de ayer el Diario La Segunda al Jefe del Cuerpo Militar del Trabajo, General Alessandro Cartoni, que dirigirá la construcción del camino que cruzará Pumalín, y que por considerala de interés para nuestros lectores la reproduzco a continuación:
Jefe del Cuerpo Militar del Trabajo: «Soy un hincha de la obra de Tompkins»
«Soy el que más sufre cuando nuestro motoserrista tiene que echarse los árboles… me duele hasta el alma».
Anticipa una dura tarea para terminar la Carretera Austral, con terrenos de difícil accesibilidad» y otros «que son de roca pura».
Por Claudia Cento T.
El comandante de Ingenieros del Ejército, y jefe máximo del Cuerpo Militar del Trabajo (CMT), general Alessandro Cartoni, se declara un «enamorado» de la naturaleza y también «hincha» de la obra conservacionista del empresario estadounidense Douglas Tompkins.
Sorprendente, tratándose de quien tendrá la misión de encabezar las obras de construcción del camino entre Hornopirén y Caleta Gonzalo, en la Décima Región, justamente en una franja de tierra del Parque Pumalín que el Gobierno quiere expropiar a Tompkins. La ruta, tal como anunció el ministro de Obras Públicas, Eduardo Bitran, irá por el borde costero del parque, en los 100 metros que fueron desafectados de su condición de Santuario de la Naturaleza en 2003.
Tompkins y una serie de ambientalistas han expresado su férrea oposición a que el camino pase por allí, alegando el impacto ambiental que éste tendrá en una zona protegida. Pero el general Cartoni llama a la calma: asegura que habrá un irrestricto respeto a las normas ambientales y que se minimizará la intervención.
«A mí me encanta la naturaleza, y soy un hincha de Douglas Tompkins en tal sentido, por el conservacionismo que ha desarrollado (…) Soy el que más sufre cuando nuestro motoserrista tiene que echarse los árboles… me duele hasta el alma. Y no sólo me pasa a mí. Lo digo con orgullo: todos nuestros integrantes, en mayor o menor nivel, sufren al ver irse abajo a un árbol. Nuestro compromiso es cumplir las normas e ir más allá, ser todavía más exigentes», afirma.
Sin embargo, enfatiza que ya no es posible mantener la «falta de vertebración» y de comunicación terrestre en la provincia de Palena, ubicada a sólo 100 kilómetros al sur de Puerto Montt. «Hay que entender que la única forma de hacer un camino es haciendo una intervención, lo más consciente posible, pero intervención al fin y al cabo. Para integrar en forma adecuada los territorios del país, se debe hacer un trabajo con alto grado de preocupación en la parte ecológica, pero, en definitiva, algún grado de intervención a la naturaleza hay». A mediados de los 80, el Cuerpo Militar del Trabajo culminó una obra que a muchos les parecía imposible: la Carretera Austral. Con picota y pala en manos de cientos de soldados, y el uso de máquinas como motoniveladoras, bulldozers y camiones tolva, quedaron unidas las regiones X y XI mediante un camino de tierra, de seis metros de ancho. Pero hubo un tramo que no fue posible: de Pichanco a Caleta Gonzalo.
Y no era sólo por la tecnología de vialidad que existía entonces. «Es un terreno de difícil accesibilidad y una consistencia geológica muy complicada, porque hay tramos bastante prolongados que son de roca pura», explicó. Por ello, las autoridades de la época optaron por una solución intermedia, que se pensaba daría un buen resultado: no hacer el camino en ese tramo y utilizar, en cambio, transbordadores. «Pero las dificultades climáticas, con temporales prolongados y vientos fortísimos, que impedían el paso de los transbordadores, hicieron fracasar este sistema (…) Por eso decayó el tráfico, y primaron los viajes aéreos. El turismo y la conectividad quedaron en un nivel muy incipiente».
Ahora, afirma Cartoni, sí se puede. El CMT cuenta con maquinarias más modernas, sobre todo retroexcavadoras. «Son como verdaderas arañas, que se encaraman y van sacando. Todo muy rápido. Es una maravilla ver cómo trabajan».
Trabajos comenzarán en enero próximo
La titánica tarea, que implica abordar zonas de acantilados y fiordos comenzará en enero de 2007, adelanta el general, con la reposición del camino -ya existente pero poco utilizado- entre Hornopirén y Pichanco (alrededor de 20 kilómetros).
La idea es disponer el trabajo en tres o cuatro frentes distintos. De hecho, ya están haciendo una orden preparatoria, para que las subjefaturas zonales de Osorno y Coyhaique puedan levantar al menos cuatro campamentos del CMT concentrados exclusivamente en la construcción del camino. Eso significa, en promedio, 250 efectivos en la zona.
El resto de la ruta hasta Caleta Gonzalo deberá esperar el resultado de los estudios de impacto ambiental. Cuando esté el vamos, las obras «pueden durar entre tres y cinco años», adelanta el general.
En las zonas más complejas, como los fiordos de Quintupeu y Cahuelmó, Cartoni dijo que se construirán puentes. Si no lo hace el CMT, se encargará a alguna empresa subcontratista. El primer viaducto, en el fiordo Quintupeu, tendrá entre 150 y 210 metros de largo. En el Cahuelmó «aún no se decide si se bordea o se hace un puente», porque éste debiera tener unos 400 metros.
En el costo de la obra -US$110 millones- están contemplados los 101 kilómetros que tendrá el camino (incluidos 1.200 metros de puente, asegura Cartoni), el cual tendrá un ancho total de 7,1 metros, con 6 metros para el tránsito efectivo. Eso va a permitir, por los ángulos y curvas, una velocidad de entre 40 a 60 km/h.
Cuando esté listo todo el nuevo camino, adelantó Cartoni, los 100 kilómetros entre Pichanco y Caleta Gonzalo se podrán recorrer en unas dos horas y media.
«Vamos a actuar con todas las exigencias que nos impongan»
Uno de los reparos que hacen los ambientalistas es que en muchos sectores por donde pasará el futuro camino, la capa vegetal es muy delgada y fácilmente se producen deslizamientos de tierras.
El general Alessandro Cartoni admite que es cierto. «Pero eso pasa en toda la zona. Hay partes con cerros llenos de árboles y cuando hay derrumbes, se ve que la capa vegetal es de apenas 15 cms. Pero con ese argumento, que comprendo, no se podría construir ningún camino en la Patagonia».-
Con esa realidad, ¿cómo se va a asentar un camino?-
Lo que hoy nos permite la tecnología es, bajo el concepto de respetar al máximo el entorno natural, dar la forma a aquel lugar en que la roca debe ser modificada. Sobre ella, después, se instala un carpeteo y se llega finalmente al rodado, que permite el tráfico de un vehículo. –
¿Qué va a pasar con los desechos? Porque al dinamitar, caen toneladas de roca…
-Vamos a actuar con todas las exigencias que nos impongan. Para los desechos se designarán lugares de acopio y la autoridad dispondrá dónde y cómo se van a utilizar. Porque a la roca molida o en trozos se le puede dar uso, como en el enrocamiento de los ríos.
-¿No se van a ir al fondo del mar?
-Mire, yo sería un mentiroso si no reconociera que más de algún pedazo de roca se nos va a ir para el mar. Todo tiene un costo. Pero mientras estemos dentro del mínimo aceptable… Lo que sí sería inaceptable es que se vea desidia e irrespetuosidad hacia el medio ambiente. Eso, le aseguro, el CMT del Ejército de Chile no lo va a aceptar.
-¿Y la tala de árboles?
-Los árboles que tengamos que talar serán aquellos que están en el eje del camino. Pero tenemos la posibilidad cierta de recuperarlos. Para ello tenemos convenios con Conaf, poseemos viveros de árboles, para poder recuperar todas las especies vegetales nativas, si bien no plantándolas en el mismo lugar, al menos lo más cercano posible. Para eso tenemos ingenieros ambientales, que nos dirán cuál es el lugar más apropiado.
Cartoni recuerda que en los años 80 no existía la conciencia ecológica de hoy.
«Yo asumo, aunque no me corresponde, que puede haberse incurrido en cosas tal vez innecesarias o que no pudieron hacerse de otra manera por falta de tecnología y mayor experiencia en la zona. Pero, asimismo, quisiera que la opinión pública sepa que al pasar por la Carretera Austral, los turistas extranjeros nos felicitan. Ese mismo estándar es el que el MOP ha diseñado y exigido para el nuevo tramo.

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