- Pérdidas de masa glaciar en última temporada estival superan las ciento veinte hectáreas.
- Retroceso constituye un proceso de respuesta al cambio climático, con alza de temperaturas promedio en la zona.
La temporada estival afectó severamente el área frontal del glaciar O’Higgins, lo cual fue advertido progresivamente por viajeros y operadores locales durante los viajes turísticos a este conocido destino patagónico.
El glaciar siempre tiene desprendimientos sobre el lago O’Higgins, sin embargo, el comportamiento de los últimos tres meses ha sido inusual, con ciento veintidós hectáreas de retroceso, aproximadamente. La información fue obtenida luego del análisis de imágenes satelitales Sentinel2, que advierten que en diciembre pasado, el glaciar disminuyó 14 hectáreas, pero que desde febrero registró 108 hectáreas menos, y en su extremo más visible, el frente retrocedió 1,3 kilómetros.
Las causas del proceso que vive este glaciar, corresponden a múltiples factores, aunque la geomorfología y el cambio climático son determinantes: este verano, las estaciones de la Dirección General de Aguas del MOP en la zona, indican que algunos días se alcanzaron hasta 30°C; esos calores aceleran el derretimiento y adelgazamiento del frente del glaciar, llevando a que la lengua frontal se desestabilice desde el fondo del lago, en donde se ha apoyado desde miles de años, comenzando a flotar y rompiéndose .
El retroceso de los últimos tres meses recuerda el gran desprendimiento del invierno de 2017, en donde se perdió 2 km2 de superficie, y fue considerado como el mayor en décadas para este glaciar; a la fecha, el proceso iniciado en diciembre 2018 lleva 1,2 km2 de pérdida, lo que equivale a 120 manzanas de una ciudad.
Monitoreo
El glaciar O’Higgins posee una superficie actual de 800 km2 aproximadamente, y ha sufrido grandes pérdidas durante el siglo pasado, por ejemplo, entre 1946 y 1986 retrocedió 12 kms, lo que lo transforma en uno de los más dinámicos de la Patagonia. Ha sido intensamente estudiado por glaciólogos e investigadores con técnicas de medición en terreno y aplicación de sensores remotos, sin embargo, diversas circunstancias interrumpieron las tareas de monitoreo in situ, después del invierno de 2017.
La actual tasa de ablación del glaciar O’Higgins obligará a retomar las tareas de monitoreo, aunque ya antes del actual proceso, se encuentran proyectadas visitas a la zona por parte de especialistas de la Dirección General de Aguas, DGA-MOP, y de la Universidad Austral de Chile, quienes deberán resolver diversas incógnitas, como los niveles de adelgazamiento del glaciar de los últimos años, la batimetría del nuevo fondo lacustre, determinar como reacciona el hielo en la cuenca glaciaria media y superior, y realizar el necesario mantenimiento de las cinco estaciones glaciológicas ubicadas en esta latitud de Campo de Hielo Sur.
Efectos en el Turismo
Los viajes y excursiones en la zona no se han visto alterados por el retroceso del glaciar. El proceso de calving, como se llama al desprendimiento de trozos de hielo desde el frente glaciar, no ha provocado problemas en las actividades turísticas; el ambiente de témpanos o icebergs que flotan sobre el lago O’Higgins tiene su propio comportamiento que ya es conocido por los operadores locales, y ha sido un componente permanente de la navegación desde que se tiene memoria.
La Armada de Chile mantiene vigilancia permanente de la navegabilidad en el lago O’Higgins, y cierra el puerto de manera preventiva ante condiciones meteorológicas desfavorables, evitando a las naves exponerse a una navegación riesgosa, especialmente en áreas con presencia de témpanos.