Villa O Higgins: El Sur que aún está Bendito.

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Reproducimos un reportaje a Villa O’Higgins aparecido en el Diario la Tercera, de Santiago de Chile, el pasado 17 de diciembre.
Texto y fotos de Freddy Neira.

La última frontera de la Patagonia conserva intacta la esencia de una naturaleza salvaje y la hospitalidad de los pioneros. Un nuevo destino que se suma a la oferta internacional de Chile como puerta de entrada al Campo de Hielo Sur. Pero aquí quieren recibir turistas chilenos que hasta ahora apenas se asoman.

Apenas cruzamos el Fiordo Mitchell desde el norte tenemos la sensación de llegar a un lugar donde pareciera que el tiempo se detuvo haciéndonos recordar lo que era la Carretera Austral hace 20 años atrás. Si antes fue hacer soberanía hoy la motivación de los habitantes de la Villa es el turismo, sobretodo por la gran cantidad de actividades que se pueden hacer aquí. Nuevas rutas lacustres y de trekking han abierto nuevas opciones para los viajeros que se dejan caer por estos bellos y lejanos parajes. No en vano son cerca de 530 KM desde Coyhaique los que se ven recompensados al llegar a uno de los últimos rincones vírgenes del planeta.
Paradójicamente este aislamiento ha favorecido a Villa O’Higgins y sus alrededores. Los males de la modernidad parecen estar también alejados. Acá no se ven graffiti exceso de letreros ni ningún tipo de contaminación. Además, prácticamente no hay delincuencia. Olvídese de dejar con llave su auto o pensar que alguien le pueda sacar algo de su equipaje. Las casas no posen rejas y menos protecciones en las ventanas, y la gente se mueve confiada y sonriente.
Este edén austral tiene 400 habitantes. Muchos se han puesto conversadores, buenos para hablar por teléfono. Los más incisivos dicen que llegó la farándula a Villa O’Higgins, pero la explicación es muy distinta; desde este año la mayoría de los hogares posee teléfono, con la particularidad de que las llamadas locales son gratis, Así, cualquiera.
Desde su fundación, a fines de los 60, ha sido tierra de colonos. Y a comienzos del siglo XXI lo sigue siendo. Como Hans Silva, geógrafo curicano que llegó hasta acá para trabajar por el Servicio País. Tan maravillado quedó que decidió echar raíces y sacarle partido al potencial turístico que vislumbraba. Se convirtió en operador turístico local, pero quiso darle un plus a su labor y decidió aprovechar sus conocimientos. Así comenzó a diseñar rutas de bajo impacto que compatibilizaran el descubrimiento, la aventura, el confort y el conocimiento. Hoy con la empresa Hielo Sur tiene la Quetru, una moderna motonave de turismo que navega el lago O’Higgins en una aventura como pocas, hasta los glaciares de Campo de Hielo Sur. Traer la embarcación de Puerto Montt fue una verdadera odisea que implicó recorrer casi 2.000 Km. por los canales patagónicos e incluso atravesar por tierra parte de la pampa argentina. Hace algunos años Hans Silva diseñó para el ministerio de Bienes Nacionales la Ruta Patrimonial del Río Mosco, uno de los sectores de Chile con la mayor cantidad de huemules en estado natural y ha desarrollado diversos proyectos de senderos cercanos a Campo de Hielo Sur, donde abundan zorros, pumas y espectaculares glaciares.

Desde lo alto.

Con tantas actividades por hacer comenzamos por la alternativa más suave y tomamos nuestras cañas para irnos de pesca al Río Las Encadenadas a menos de una hora de la plaza central de Villa O’Higgins.
Partimos entusiasmados. En el hostal un fotógrafo estadounidense nos había traspasado su sorpresa. Lleva cuatro dias en la zona realizando un reportaje para una revista especializada en pesca con mosca y quedó impresionado por la abundancia de truchas y la nula presencia de otros pescadores que compitieran con él. “Este destino es cómo el sueño de todo pescador; un río perfecto, tranquilidad y truchas luchadoras que por la transparencia del agua se dejan ver sin miedo”.
No llevamos ni cinco minutos desde que nos pusimos a lanzar las líneas de pesca cuando la primera trucha hace saltar la caña, tomamos la foto de rigor y la devolvemos de inmediato al río. Acá se practica la filosofía de pescar y devolver lo que asegura a futuros pescadores abundancia y pesca segura. En poco más de una hora ya han picado seis grandes truchas cada una más grande que la otra. Con el deber cumplido iniciamos el regreso al pueblo y nos preparamos para ver la villa desde otra perspectiva.
Aunque cerca de la plaza existe un mirador para ver la típica postal de Villa O’Higgins desde las alturas, la panorámica que se consigue no alcanza para dimensionar la belleza de su entorno. Decidimos buscar un mejor ángulo y tomamos los caballos para intentar una ruta que nos mostrará todo el valle. Bernardino Vera es quien mejor conoce la zona y es experto en cabalgatas con rutas realizadas por todo el extremo sur de la región. Precisamente acababa de hacer un tramo de una semana con un grupo de alemanes, quienes lo contrataron para hacer el antiguo camino que unía Villa O’ Higgins con Cochrane.
Nos conformamos con una suave cabalgata y partimos a primera hora con rumbo a la montaña. Mientras iniciamos el ascenso divisamos el valle del Río Mosco con sus glaciares y nos internamos en uno de los tramos del Sendero de Chile llamado Cerro Altavista, que perfectamente señalizado nos indica que para llegar al mirador son 7 Km. La suave cabalgata se hace en cerca de dos horas concluyendo en una espectacular panorámica que permite apreciar todo el valle del río Mayer más los Lagos Ciervo y Cisnes.

Los últimos pioneros
El lago binacional O’Higgins, que en lado argentino recibe el nombre de San Martín, es un lago de orillas encajonadas, rodeado de montañas nevadas y articulado en ocho brazos comunicados entre sí. Es el más aislado de los lagos patagónicos y desagüa al Pacífico a través del río Pascua. Posee la particularidad de ser el más profundo de América con 836 metros, lo que se explica por el constante desplazamiento de los glaciares que socavaron el fondo del lago durante la última glaciación, hace 10.000 años.
Saliendo desde la Villa al sur son 7 Km hasta el embarcadero en Bahía Bahamóndez que se hacen en menos de 20 minutos. Cuando llegamos al muelle, la tripulación de la motonave Quetru se encuentra cargando, además de las mochilas y las mountainbike, una serie de víveres que no son precisamente para los turistas.
La Quetru dentro de su itinerario, también se da tiempo para labores sociales
Encendidos los motores comenzamos a sentir el vaivén del barco y rápidamente nos subimos a la cubierta donde está la mayoría de los pasajeros observando la ruta. Somos casi los únicos chilenos abordo, casi todos son extranjeros que han llegado para seguir viaje hasta El Chaltén, denominada por los argentinos como la capital mundial del trekking. De a poco comienzan a aparecer impresionantes montañas y numerosas cascadas. Estos escenarios son de tal belleza que el viaje ni se siente, sin darnos cuenta ya estamos en Candelario Mancilla.
Acá se produce un intercambio natural de pasajeros, entre los que van a El Chaltén y los que regresan desde Argentina. Carabineros que controla la entrada y salida de la frontera nos confirma lo que imaginábamos: de los casi 400 turistas que han cruzado desde El Chaltén en la temporada, solo uno es chileno.
Con la nave semivacía iniciamos el recorrido por los más increíbles rincones del Lago O’Higgins donde nos encontramos con colonos que viven en la más absoluta soledad. En cada detención un grupo de funcionarios municipales se baja en un zodiac y se encarga de pesquisar sus necesidades, además de entregar víveres y materiales de construcción. También se aprovecha la visita para ayudarles en el traslado de sus animales los que luego serán vendidos en el pueblo. Difícil resulta no pensar en como estos compatriotas viven es tales condiciones de aislamiento, pero basta conversar con ellos para percibir el gran temple que poseen.

La Catedral de Hielo
A diferencia de la ruta anterior, el viaje al Campo de Hielo Patagónico Sur, una de las mayores reservas de agua dulce del planeta, lo iniciamos con la mente puesta en ver de cerca los glaciares que antes apreciamos a la distancia. Son cinco horas de navegación arriba de la Quetru hasta la pared del Glaciar O’Higgins, el tercero más grande de todo Campo de Hielo Sur y el más grande de la región de Aysén. A mitad de camino comienzan a aparecer tempanos flotando, los que esquivamos con gran habilidad. Con sus 3 Km. de ancho y sus paredes verticales de casi 60 metros, el Ventisquero Grande, como se conoce acá el Glaciar O’Higgins, impresiona. Tanto como saber que es el que más cambios ha experimentado en el último siglo. Lamentablemente ha retrocedido 15 kilómetros en 50 años, es decir, casi 300 metros por año.
Ruidosos desprendimientos nos recuerdan a cada instante que este gigante blanco posee vida y comprendemos el porqué de proteger éste patrimonio natural. En Villa O Higgins se dieron cuenta del enorme tesoro que poseen y por lo mismo se han propuesto mostrarlo a más chilenos. Nuevos emprendimientos turísticos comienzan a transformar al pueblo, sin perder la esencia de su cultura y estilo de vida.

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